Es curioso cómo por más que la mente intenta advertirnos y decirnos las cosas, el corazón sigue aferrado a la imposibilidad de semejante idea y lucha contra la razón para hacerse creer que no es verdad.
Y es que no hay manera, este músculo estúpido se empecina en coger cariño a la gente y no es capaz de aprender que cuánto más afecto y complicidad tienes con una persona, la torta (por decirlo de manera fina) y depresión que te llevas es directamente proporcional. Y yo me pregunto... ¿por qué narices seguirá sin poner remedio?
A lo mejor soy yo, que por naturaleza soy masoca y parece que me gusta sufrir hasta que no puedo respirar. Estoy segura que un día de estos me va a dar un ataque y no voy a poder escribir más estas desventuras.
Pero una cosa es no saberlo y otra es no terminar de creértelo porque existe esa dualidad de razón y sentimiento y hacer como que todo sigue igual o que no eres consciente de ello. Aunque a veces preferiría ser la ilusa que no se entera de nada, al menos de esa forma no sufriría tanto.
Estoy harta de los tíos,no quiero saber nada de ellos.
Renuncio al amor y a todo lo que tenga que ver con ello.