Otra cosa es que en realidad, las cosas no funcionan de la misma manera. No nos engañemos con príncipes engominados que van al rescate de la bella dama y hacen que su vida sea sacada del mundo de la piruleta. Si te das cuenta, el cuento se acaba cuando se casan, pero no sabemos todo lo que ocurre después.
En la vida real, no existen príncipes. Besarás ranas, muchas ranas. Y seguirán siendo eso, no esperes ningún cambio. Así que ¿y si en vez de idealizar lo que no vas a encontrar, asientas la cabeza y decides pensar lo que de verdad es prioritario para ti?
Tras mi historial experimentado, se lo que quiero:
Yo no busco superhéroes (¿hombres con capas y mallas ajustadas que por alguna extraña razón vuelan, trepan, o destruyen cosas? No gracias.) Tampoco príncipes (proyectos de hombre, viviendo a costa de otros en su mansión y que no saben lo que es la madurez y la cruda realidad).
Yo quiero un hombre "normal" que acepte mis locuras, con el que me sienta protegida y segura y se ría de mis estupideces. Y que esa sonrisa me transmita tanta paz que la busque cada día. Quiero un hombre, que me mire y me desmonte. Que vea mis errores y no me castigue por ello sino que me ayude a mejorar como persona. Que poco a poco vayamos derritiendo la coraza de hielo forjada por dificultades vividas antiguamente y vayamos compartiendo más momentos en la vida del otro, a la vez que expresando nuestros sentimientos y pensamientos sin miedo. Un hombre un poco loco de la vida pero manteniendo la cordura, cariñoso e independiente. Que sea paciente (porque conmigo...paciencia va a necesitar para rato) y que quiera luchar por nuestro bien común. Un valiente que apueste por nosotros.