Y esto me hace ver, que incluso de lo que vemos más negro siempre se puede sacar un rayo de luz.
Hoy, lo que para muchos ha sido un martes como otro cualquiera, para mi era 5 de abril de 2016: estreno como directora de un coro en un concurso de la Comunidad de Madrid.
Todo empezó meses atrás cuando la oficial directora y amiga mía se puso mala y me cayó a mí el cargo de sustituirla. Así pues,yo era la directora en funciones.
El año anterior asistí a un curso formativo de dirección coral (¿sería alguna premonición?) así que comencé a recordar lo que había aprendido tanto de este, de la directora oficial y de unos compañeros que llevan un coro y en el que tuve la gran suerte de participar durante una época corta.
Me dijeron que eligiera canciones que conociera y con las que me sintiese relajada. No tuve ninguna duda de cual iba a ser la primera en seleccionar (aquí entra mi papel como salsera y bachatera empedernida): Stand by me de Prince Royce, por supuesto, All of me de John Legend (en mi cabeza, versión bachata) y para darle un toque más tradicional de coro elegí tras varios meses pensando Samba Lelé.
Creo que yo estaba más nerviosa que ellos, pero no lo han notado debido a mis constantes apariciones "payasiles" para hacerles relajar (y a la vez hacerlo yo también en modo silencioso). Ha sido gracioso el momento grabando y la tablet que estaba apoyada en mis piernas estaba zalandeándose de arriba a abajo a gran velocidad. Unas pocas respiraciones y gestionado.
Es nuestro momento, su momento. Han estado ensayando muchos meses y estaba segura que lo harían bien. Comienza la primera obra y noto mi pierna como tiembla a la vez que me concentro para que no me afecte y pueda seguir desempeñando mi papel. Lo hacen genial. Segunda obra, algún error de velocidad pero percibido por nosotros (o quizá solo yo) y ya por fin, la última. Estaban mirando a ver qué hacía con la batuta (querían que me recogiese el pelo modo fashion en medio de todos, pero para parecer seria en el escenario... la coloqué sobre el piano). Coordinación rítmica y corporal. Lo único es que el correcaminos a su lado parecía una tortuga.
Resultado final: muy contenta y orgullosa del esfuerzo realizado y de salir adelante frente a los miedos y nervios. Volvemos al colegio más felices que unas perdices. Me piden que coma con ellos incluso y... ¡cómo me voy a negar! Hoy se lo merecen todo y más si viene de uno de mis tres coristas masculinos, que los tengo que cuidar y proteger.
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