Todavía recuerdo cómo salia ese 29 de Noviembre de 2013 del dentista, con la sonrisa perdida.
Me ha costado habituarme a ellos, más aún en eventos sociales como cenas o salidas. En las fotos no salia sonriendo, porque a pesar de llevar brackets estéticos, gracias a la labor del dentista al ponerme gomas y demás artilugios metálicos, lo estético que pudiese haber, se había perdido.
Y llegó el gran día: 20 de junio. Después de pos-ponerlo varias veces por exámenes e incompatibilidad de horarios, tenía cita inamovible para devolverme la sonrisa. Tras casi dos horas de intervención salía por la puerta. Creo que es de las pocas veces que puedes decir que sales sonriendo del dentista.
¡Qué bien me encuentro ahora! A pesar de no haber terminado el tratamiento y mantener algo de hierro en mi boca...¡pero nada comparable con el robot que parecía que me había tragado!

Muchos no lo notarán, o dirán que veían algo diferente pero no sabían qué era. Bien, aunque solo sea por el factor de que sonrío a ton ni son... eso ya es una gran diferencia a notar.
Ahora puedo sonreír con total libertad. Y lo hago, aunque no siempre las cosas vayan bien, pero con una sonrisa... se pasa mejor.
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